jueves, 5 de enero de 2012

Oro, incienso y mirra

Cuentan los evangelios que unos magos de Oriente fueron a adorar al Niño y le ofrecieron regalos: oro, como Rey, incienso, como Dios y mirra, como Hombre. Dos mil años más tardes, se sigue repitiendo, año tras año, el mismo gesto con los más pequeños de la casa (y también con los más grandes).

Cada madrugada del 6 de enero, sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, pasan por nuestras casas y convierten en realidad la ilusión de niños y mayores.

Aunque resulte un tópico decirlo, es una noche mágica, de incertidumbre, sueño inquieto y mariposillas en el estómago, no sólo en los más peques sino que en los más grandecitos también.

Los reyes no nos dejan oro, aunque sea para los reyes de la casa; tampoco nos dejan incienso, aunque sea para la motivación de nuestra lucha diaria; y tampoco nos dejan mirra, aunque sí otras cosas muy humanas y necesarias. Lo que sí dejan en todos y cada uno de los presentes es una dosis ingente de amor: de padres, de hijos, de abuelos…

Esta noche será larga para unos, cortita para otros pero emocionante para todos, sin necesidad de grandes derroches; hoy sólo se permite derrochar cariño, a espuertas llenas; a veces, las cosas más simples son las más valiosas porque salen del corazón.

Los zapatos están bien colocaditos en su sitio, así como un pequeño refrigerio para sus majestades y el agua para esos camellos cargados de sueños. Hoy toca acostarse prontito y soñar, soñar….

Felices Reyes a todos, que todos vuestros deseos se cumplan al despertar mañana por la mañana.

miércoles, 4 de enero de 2012

La memoria agradecida



Hace unos días tuvimos el privilegio de asistir a un evento muy importante: el 50 aniversario de mi cura favorito, Pepe Carretero, como tal. Cincuenta años de vida de servicio que han recogido su fruto.

El día que Pepe se puso en contacto con nosotros para invitarnos nos habló de “algo” que habían organizado las monjitas para la ocasión, a pesar de su reticencia a ser el centro de atención. ¡Menuda sorpresa nos llevamos al llegar a la residencia! Allí había más gente que en la guerra, como dicen los viejos. Yo no sé como acabaría Pepe aquella noche, después de tantas emociones y con los ochenta y dos años que lleva a sus espaldas; nosotros estuvimos un ratito y salimos completamente emocionados. No hubo manera de poder hacernos una foto de grupo, con lo cual, ésta está pendiente a breve plazo.

¿Cuántas personas son lo que son gracias a Pepe? Creo que eso nunca podrá saberse. Pepe es, como dice Elalelito, un hombre bueno, una expresión tan sencilla como inmensa es su dimensión. Si alguna vez me preguntaran si he conocido a alguien realmente bueno, diría sin dudar que a Pepe.

Un amigo común, Antonio Pérez Sanso, dice que tengo una memoria agradecida gracias a Pepe, y es verdad. Todos aquellos años en la parroquia de Las Flores dieron lugar a que yo volviera a reencontrarme con la Iglesia y a sentirme parte de ella, y a trabajar dentro de ella. Mi labor actual en mi parroquia, con los niños, no es sino mi manera de intentar compartir con ellos algo muy valioso que me regalaron a mí siendo niña: el amor por Cristo y por su Iglesia, de la cual todos formamos parte.

Muchos recuerdos vienen a mi memoria de aquellos años, tantos que casi se podría hacer una serie de televisión al estilo de “Verano azul” y que seguramente muchos disfrutaríamos: las partidas de pin pon detrás de la pared del altar, ¡cuántas misas habrán sido amenizadas con el clic clac de las paletas golpeando la pelota; las canciones algo picantes que más de una vez hicieron salir a Rorro del despacho para llamarnos la atención; las fiestas de Nochevieja en la guardería, con las siguientes en los días posteriores para acabar con el sobrante de bebida y comida; los playbacks de Nochebuena dónde se escuchaba más la música de fondo que a nosotras mismas o aquellos sainetes de los hermanos Álvarez Quintero; las excursiones al seminario, de donde volvíamos con urticaria de las orugas de los pinos; las verbenas de San Juan; los campamentos en la casa-escuela de Tolox y el chiste del de la boca abierta; los primeros amores y los que todavía perduran…

Aquellos adolescentes que empezábamos a descubrir el mundo nos vimos arropados por una persona que nos abrió las puertas de su casa, así, tal cual: Pepe solía mandarnos a comprar su cena, consistente en un paquete de pan Bimbo, la mitad del cuarto de jamón cocido y dos yogures blancos; a cambio, nos dejaba las llaves de su piso y allí nos metíamos toda la pandilla, a escuchar vuelta y vuelta a José Luís Perales en el tocadiscos del cura; tantas tardes viendo diapositivas de nuestras excursiones, o jugando al mentiroso en el salón parroquial; o cuando nos llevaba a todos a comer champiñones al ajillo en el Bar Galindo,…

Nos fuimos haciendo mayores con el mejor guía que se podía tener y, un día, con esa actitud de servicio que sólo él tiene, decidió irse a Venezuela. Aquello fue como cortar el cordón umbilical que nos unía a él, y para mí resultó muy duro, pero así tenía que ser, con los años y la experiencia he llegado a comprender esa actitud de entrega y servicio a los demás.

No perdimos el contacto a pesar de que en los 80 todavía no teníamos esta maravilla de la comunicación que ha resultado internet; usábamos el método clásico, o sea, las cartas y a través de ellas supimos de sus andanzas por tierras americanas… hasta que volvió, a Torre del Mar, ¡esta vez lo teníamos más cerquita!

Su siguiente destino fue Melilla, y desde allí solía venir para irnos casando a más de uno del grupo. Después llegaron la parroquia del Santo Ángel y, en la actualidad es capellán de Las Hermanitas de los Pobres, dónde sigue siendo el mismo de siempre: un hombre sencillo y bueno.

El día del homenaje, todos los que hablaron coincidían en lo mismo, es más, hasta las palabras eran las mismas y eso es algo muy a tener en cuenta, tantas personas no pueden estar equivocadas. Cómo decía nuestra dedicatoria, los ángeles existen y, a veces, Dios los manda a la Tierra para que cuiden más cerquita de nosotros; Pepe es uno de esos ángeles y a pesar de que todos andamos ya por los cuarenta y tantos y él siga llamándome “mierdecilla” en plan cariñoso, nosotros siempre seremos sus “niños” de Las Flores.

Dicen que es de bien nacido ser agradecido y, aunque ya se me adelantó Elalelito, no podía yo dejar la ocasión de hacer este sentido homenaje a José Carretero Ruiz, Don José para nuestros padres, Pepe el cura para nosotros, alguien que sólo puede ser calificado como un hombre bueno.

domingo, 1 de enero de 2012

Propósitos y despropósitos

Hoy es el Día Mundial de los propósitos; los hay ya clásicos, como dejar de fumar, apuntarse a un gimnasio y adelgazar, aprobar los suspensos, etc. Los hay más innovadores, e incluso transgresores; en fin, los hay de tantas clases como personas somos.

El caso es que, visto de cierta manera, hoy no es un buen día para empezar a cumplir dichos propósitos. Sentada frente a la ventana, observo a la gente que pasa por la calle y a los padres columpiando a sus hijos en el parque que tengo justo enfrente. Hoy es un día raro, casi perdido, hoy es un día de resaca y no necesariamente por el alcohol; el simple hecho de robarle al sueño dos o tres horillas ya es motivo de que “amanezcamos” con el cuerpo rebotado, y lo digo con comillas porque la inmensa mayoría hemos aprovechado la cama hasta bien entrado el mediodía. Atrás quedaron los tiempos de rematar la noche con chocolate y churros, con los pies embutidos en unos tacones de infarto, hartos de bailar durante horas. Ahora, con el champán de las uvas y dos mojitos ya tenemos la noche hecha.

Hoy es un mal día para empezar a hacer régimen. Nos queda todo lo que nos sobró anoche de la cena, que todos los años decimos lo mismo, que no vamos a cocinar tanto y luego pasa lo que pasa, que volvemos a caer en el mismo error 365 noches más tarde. Pero aún hay más, nos queda el Día de Reyes, con esos roscones divinos, rellenos o no. Sin hablar, que hay que rematar restos de turrones y mantecados. O sea, que lo del régimen vamos a dejarlo para febrero.

Lo de estudiar también puede esperar, que para eso hay vacaciones hasta el día 9.

Me parece a mí que estamos empezando regular, ¿no? Así que, visto lo visto, este año me hago el propósito de no hacer propósitos, que luego no los cumplo y me da más coraje. Conforme vaya viniendo la cosa iré actuando.

Al menos, intentaré centrarme en no perder la coherencia, esa que creo que voy adquiriendo con el paso de los años, y con la que me toca lidiar en esa vorágine en la que parece convertirse la vida hoy en día, aunque a veces me sienta como un bicho raro.

En cuanto a los despropósitos, mejor ni acordarse de ellos. Este año que se ha ido ha sido en sí mismo un despropósito total, incluso con nombre propio: 2011. ¡Menudo año! Pésimo para muchas familias. Si tuviera color, sería el negro. Espero que todo lo vivido nos sirva de lección a todos, ciudadanos de pie y políticos, para que no se vuelva a repetir. Tengo una máxima en la que creo a pies juntillas: “Para atrás, ni para tomar impulso”. Llegados a este momento, creo que es de justicia darle un ligero matiz, y perdonadme la expresión: “y para atrás, para no cargarla otra vez” que creo que nos vendría fenomenal a todos.
Este año va a ser un año muy serio, austero incluso y bastante duro pero creo que iremos a mejor, aunque sea poquito a poco. Pongamos todos un poquito de nuestra parte para que poco a poco, al rostro del 2012 le vaya naciendo una sonrisa y un gesto de alivio. Por nosotros y por las generaciones venideras. Eso espero.