miércoles, 20 de enero de 2010

Los Ángeles de Charlie, 1981


Hace unos días, en una reunión de amigos, estuvimos relatando batallitas de nuestra adolescencia, ante los oídos asombrados de una adolescente actual, que, con cara sorprendida, seguramente pensaba en lo poco que nos diferenciábamos, las amigas de su madre, de ella misma.

Al llegar a casa busqué una fotografía de aquella época y, mientras la observaba, llegué a la conclusión de que el tiempo y las modas no tienen importancia, cuando en el fondo, hay algo que se mantiene intacto y vivo, generación tras generación: las ganas de comerse el mundo, el “complejo de Kalimero”, la ilusión del primer amor, el primer desengaño amoroso, las amigas del alma, la amistad traicionada, los primeros planes de futuro, y sobre todo, unas ganas inmensas de pasarlo bien.

Esta fotografía se ganó su título recién revelada, para dejar constancia de su edad, y hoy quisiera dedicársela a las que están en ella, y a las que no están, por seguir manteniendo algo de aquel espíritu y, sobre todo, por seguir compartiéndolo.

4 comentarios:

ROSA dijo...

!Qúé felices erais las tres!y ¡que dulces de caras se os ve!tienes que subir otra de años despues.

Iris Martinaya dijo...

tienes toda la razon, pasan los años, cambian las modas, pero todos los jovenes angeles queremos lo mismo, comernos el mundo

Toñi dijo...

He visto esa foto durante años en el álbum familiar, y ahora cuando he visto la fecha...como pasa el tiempo.
Pero como tú dices el tiempo no importa porque las inquietudes siguen siendo las mismas.

María José Andreu Granados dijo...

Lupe que bonitas palabras, que bien hablas, me han llegado al alma y que razón tienes guapa, estais estupendas.
besoss guapaaaa