miércoles, 1 de septiembre de 2010

Delicatessen

Hoy día, los jóvenes tienen un amplio abanico de lugares donde acudir para comer algo: hamburgueserías, pizzerías, bocaterías, donner kebabs de dudosa higiene (¡Dios me libre de comer algo de ellos, eso del rulo de carne puesto en la calle como que no!).

Un abanico tan amplio como su nivel adquisitivo. Y es que los tiempos han cambiado un montón; a veces, me da la sensación de que el progreso es como un tren que pasa sin frenar ni parar por la estación donde me encuentro sentada.

Hace unos treinta años, si querías comer algo tenías la Hamburguesería El Guanche frente al Málaga Palacio o en la Plaza de la Merced, los Pannini en calle la Victoria…y los bocadillos de pinchitos del bar la Marina, a la entrada del Parque, una auténtica delicatessen.

El bar, que hoy ya no existe, se erigía a la entrada del Parque, frente a la Plaza de la Marina, y era visita obligada de los guiris. Mientras tomaban algo en su terraza, eran asediados por las gitanas, que con la excusa de leerles la palma de la mano o de regalarles una ramita de romero, les robaban la cartera o el bolso.

En mi memoria, lo recuerdo como un establecimiento muy singular, con motivos marineros; mira que he buscado fotografías pero no doy con ninguna. Que yo recuerde, sólo estuve una vez, cuando mi vecino Paulino nos llevo a sus niños y a nosotros al centro y nos invitó a una Fanta.

Pero lo más singular, para los jóvenes de los 70 y 80 era su parte trasera, donde los fines de semana, especialmente por la tarde-noche, se abría un puesto de bocadillos de pinchitos y refrescos, regentado por un señor marroquí que hacía unos pinchitos morunos de escándalo, a la antigua usanza. El hombre tenía su arte: le daba un corte longitudinal al bollo de pan, como si fuera un libro y después, colocaba dos pinchos en su interior, apretaba el pan y tiraba de los hierros, liberando los trozos de carne dentro del bollo. Existe una leyenda urbana que cuenta que la carne era de caballo, yo no sé si es verdad, pero los bocadillos que más de uno nos metimos entre pecho y espalda ahí quedaron. Con el bocadillo en una mano y la lata de refresco en la otra, las pandillas y las parejas de novios nos sentábamos en los bancos del parque para disfrutar de tan rica vianda.

Los recuerdos vienen encadenados y a colación del burrito Platero, me vino este recuerdo. A finales de los ¿80?, el bar fue demolido, y con él, se esfumaron los pinchitos. Nosotros seguimos haciéndonos mayores y descubriendo otros lugares para comer…y beber. Pero de este tema ya contaré otro día.

3 comentarios:

♥Alicia dijo...

Hola amiga Bouganvilla qué hermoso recuerdo nos compartes.
Aunque esos lugares fueran demolidos lo importante es que esos momentos de alegría vivido quedaron en tu corazón.
Tambien guardo hermosos recuerdos que me dibuja sonrisas cuando vienen a mí.
Te dejo besitos. Muchos.

Iris Martinaya dijo...

Yo recuerdo, aunque unos años más tarde, pues en los ochenta, aún tenía solo diez años. Recuerdo que la hamburguesería a la que iba era La esquinita, unos añitos más tarde ya nos bajábamos al centro, donde nos comprábamos un bocata y nos lo comíamos en la plaza uncibay, luego nos metíamos en la discoteca Plató, ay que recuerdos. Otros sitios a los que iba, era el barcena, y el pimpi. Que años esos, que nostalgia.


Besos y feliz jueves

pd: te quedó el blog muy bonito.

Anna ( blog princesa) dijo...

Es hermoso como los recuerdos invaden una parte de nuestra memoria y permanecen siempre en nuestro corazon. Por desgracia los tiempo van cambiando y aunque no queramos nosotros tambien.
Muy bonita entrada guapa.

Besos